La periodista congoleña Caddy Adzuba ha sido galardonada con
el premio Príncipe de Asturias de la
Concordia, por su labor en la defensa de las mujeres de su país.
La pobreza, la discriminación y la violación –como arma
de guerra- son los objetivos de esta periodista que se juega la vida en su país
día a día por su trabajo.
Se sabe que la guerra en el Congo que lo asola desde hace 20 años, se debe a la
obtención de las materias primas y
minerales, especialmente el coltan, mineral imprescindible para la
fabricación de los Smartphone.
No hay, ni ha habido conflicto en el planeta a lo largo
de milenios, en el que el objetivo no haya sido la depredación de los bienes
naturales de los países en conflicto. Y dentro de los bienes de un país están
las mujeres: el bien más preciado. Y los hombres lo saben y lo han sabido desde
siempre. Se luchó por conseguir materias primas de los países a los que se
sometía, pero también formaba parte de la “logística y estrategia” de la guerra
apoderarse de sus mujeres. Antiguamente eran botín de guerra, hoy en día, en
pleno siglo XXI, también.
La evolución de la sociedad humana guiada por el
“masculinismo” ha tenido por objetivo
la ganancia y el poder, y estos dos objetivos han ido cambiando en su
naturaleza a lo largo del tiempo. Hoy en día, es la tecnología el arma de poder
y dominación; hay que conseguir los materiales para ella donde y como sea. Y
por supuesto ¡a costa de lo qué sea!
La mujer siempre ha formado parte de ese “a costa de”. A
costa de ella la especie sigue adelante; a costa de ella las familias, en la
mayoría de los casos, progresan; a costa de ella los maridos logran sus
objetivos, a costa de ella las empresas se ahorran todo lo que pueden -¡y más!-
en sueldos… Y a costa de las mujeres se saquea la tierra para extraer de ella
cualquier cosa que pueda ser rentable. Destruyendo a las mujeres en su dignidad
física y moral, se destruye un país.
Bien pudiéramos decir que, hasta ahora, la historia de la
humanidad ha sido una historia “a costa de las mujeres”. En los países en
subdesarrollo o en vías de desarrollo, se ejerce sobre ellas una violencia
brutal y en los países de luces de neón y escaparates de moda, la doble
jornada, la dificultad para tener cargos por el hecho de ser mujer, la
dificultad para promocionarse por los deberes familiares, etc, etc, más los
abusos sexuales y violaciones –¡que también ocurren, y mucho!- merman su salud
física y psíquica. El desarrollo económico de occidente ha contado con la mano de obra barata de las mujeres, un
precio que nosotras hemos pagado “a costa” de nuestra supuesta liberación… Si a
eso añadimos la pérdida de nuestra identidad, pudiéramos decir que estamos en
las dos caras de una misma moneda.
Es bueno reflexionar sobre ello y quitarnos el burka
social que nos induce a pensar que las mujeres del primer mundo estamos como
peces en el agua, como mucho vivimos en una piscifactoría con aguas
contaminadas.
Démonos cuenta que, desde el desarrollo de la agricultura
-hace 10.000 años- hasta la actualidad con el desarrollo de la tecnología, la
historia, de rasgo patriarcal, nos ha
tomado como rehenes de su progreso.
¿Y el nuestro para cuando? Es algo que cada mujer debemos
plantearnos.
Mientras escribimos estas líneas, leemos la noticia (les dejamos también el enlace) del ahorcamiento esta madrugada de una
mujer iraní: Reihané
Yabarí, que mató
al hombre que pretendía violarla, algo que en Irán es condenado de esta manera…
Después de siete años de prisión y torturas, las protestas internacionales no
han podido evitar que le pusieran la soga en su cuello. Claro, que una no puede
dejar de pensar que lo peor para ella no haya sido la muerte sino los siete años
en una prisión iraní…
Y mientras escribimos también estas líneas, en la ciudad en la que
residimos, cientos de jovencitas gritan
esperando a que su ídolo llegue para dar un concierto, con sus Smartphone en
las manos… con sus cabezas llenas de redes sociales… ajenas a que en Irán
existen cárceles…
¿Exageramos si decimos que aún la mujer tiene que tomar consciencia de su
propia realidad? Creemos que no. Como tampoco nos cansamos de decir que la
esperanza de las mujeres está –en gran parte- en las mismas mujeres, en mujeres
como Caddy Adzuba.
Publicado por Inspiración Femenina Tian