Ayer, en Madrid,
tuvo lugar una manifestación en protesta por la violencia de género.
Acudieron bastante personas, habida cuenta del buen tiempo que hacía para la
época del año en la que estamos y que era un gran puente en la capital de
España.
Los políticos no faltaron; siendo como estamos en
vísperas de elecciones generales es un buen momento para darse un baño de
multitudes y “hacerse la foto”. Los políticos se parecen a las ranas, cualquier
charca les viene bien para bañarse.
Es notable el hecho de que por fin las personas se
echen a la calle para denunciar una situación espantosa que en España ya se ha
cobrado 84 mujeres en el presente año. Y es un alivio escuchar que se habla de
ello sin tapujos, en plena calle. Durante siglos, esta situación se ha
silenciado… todo el mundo sabía lo que ocurría en las casas, pero existía una
ley del silencio cómplice, porque el silencio, ante las injusticias , siempre
es un “colaboracionista”.
Que los gobiernos tomen medidas es lo esperable, al
fin y al cabo es una medida que afecta a un colectivo numeroso de sus
ciudadanos, y el deber de todo gobierno es protegerlos.
La cuestión es que los gobiernos son los
representantes del Estado, ese “fantasma legal” que asumió después de la
Revolución Francesa los valores patriarcales, en sustitución del señor feudal,
el cual, al menos, era más sincero: tenía el derecho de pernada [1] y
no lo ocultaba. Se nos olvida a las
mujeres que los valores revolucionarios de liberté, égalité, fraternité, nunca
se nos aplicaron a nosotras.
Libertad: carecen de ella aún gran número de mujeres en muchas
partes del mundo. Igualdad: da risa pensarlo sólo con ver la diferencia de salarios
entre hombres y mujeres ¡en Europa!. Y la fraternidad… ya ven…
fraternalmente han desaparecido 84 mujeres a manos de sus amantes parejas.
¡Forma extraña de entender la fraternidad!
Se reclamaba en la manifestación que esta terrible
situación se considere “una cuestión de Estado”. Pero es que ¡ese es el
problema! ¡Que es una cuestión de Estado! Y hasta que éste no cambie sus
arcaicas raíces, seguirá habiendo feminicidios, porque la mujer sigue siendo un
“objeto de usar y tirar”.
Según el Ministerio del Interior del Gobierno de
España, “la prostitución mueve en España un total de cinco millones de euros
cada día”. Asimismo, el Instituto Nacional de Estadística (INE), indica que el
“6,7% de la población masculina de entre 18 y 49 años mantuvo relaciones con
una mujer prostituida en los 12 meses previos a ser planteada una encuesta al
respecto”.
No podemos aguardar a que cambie la mentalidad del Estado. Lo que urge es que
cambie la mentalidad de las propias mujeres y la de las mujeres para con las
otras mujeres.
El gran problema es que aún la mujer da por bueno
ciertos tratos y gestos del varón que no considera violentos y la violencia,
hasta llegar a la muerte ,pasa por muchos momentos que la mayoría de las veces
se consideran “normales”.
Las mujeres debemos
de desarrollar una actitud de extrema sensibilidad ante ello, no sólo hacia
nosotras mismas sino también como custodias de otras mujeres. Muchas veces no
sirve de nada porque está muy arraigado en nosotras el tolerar ciertos gestos y
actitudes ancestrales como muestras del gran interés afectivo que se tiene por
nosotras. Pero el cambio vendrá desde las propias mujeres, cuando asuman que su destino es más grande que un
varón y que su independencia emocional y
su propia dignidad no pueden ser nunca motivo
de chantaje afectivo.
Publicado por Inspiración Femenina Tian.
[1] El
derecho que otorgaba a los señores feudales la potestad de mantener relaciones
sexuales con cualquier doncella, sierva de su feudo, que fuera a contraer
matrimonio con uno de sus siervos.