Pegar a la novia en el transcurso de una discusión sobre la propiedad de
una videoconsola no constituye un caso de violencia machista que permita el
agravamiento de esta conducta, según la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Murcia que ha corregido la dictada
por un Juzgado de lo Penal de Cartagena.
Cuando salen a la luz pública noticias como ésta, sólo cabe el pensar: ¡en qué manos estamos!
Tal vez habría que empezar por definir "violencia machista"...
Según el texto jurídico o administrativo que se consulte -en los países que consideran su existencia, claro, pues una gran mayoría no tiene estadísticas al respecto, o lo que es lo mismo, consideran que no tienen ese problema- existe muy diversa terminología: violencia machista, violencia sobre/contra la mujer, violencia de pareja, violencia en el noviazgo... Toda esta diversidad da mucha confusión a la hora de tomar verdaderas medidas tanto para ayudar a las mujeres que lo sufren, como para evitar que se siga produciendo. En España, por ejemplo, las administraciones autonómicas de Cataluña y de Galicia, no tienen las mismas consideraciones al respecto, por lo que las sentencias pueden ser totalmente distintas.
Sin entrar a discutir el cómo se debería denominar el hecho (que ni en la ONU lo tienen claro), el caso es que sí ya se considera un problema social -no de índole privado- y, sobre todo, en lo que nadie puede estar en desacuerdo, es en que es VIOLENCIA, y en que se ejerce HACIA LA MUJER. La mayoría de las veces, la ejerce un hombre y, además, un hombre de parentesco o cercano a la víctima.
Creemos que el problema existe, es muy grave, y las autoridades deberían poner todos sus esfuerzos en aglutinar, asimilar, convalidar... la denominación de los mismos, pero que siempre que se ejerza violencia sobre una mujer -sobre todo cuando es tan indiscutible como la que produce daños físicos- ésta tendría que tener de entrada el beneficio de la duda y, desde luego, todos los resortes administrativos en el sentido de ayudarla en la situación que viva frente a su agresor.
El hecho de que según quién te juzgue o en qué zona del país, puedas salir mejor o peor parada en un tema tan obvio como la violencia física de un hombre sobre una mujer, no dice mucho en el sentido de la evolución de la sociedad.
¡En qué manos estamos! Tanto las que juzgan como las que legislan.
Nos queda, eso sí, el denunciar todo caso del que tengamos noticia. Al menos servirá para que la sociedad general se sensibilice, o que reconozca que es un problema muy grave que está ahí.
Tal vez habría que empezar por definir "violencia machista"...
Según el texto jurídico o administrativo que se consulte -en los países que consideran su existencia, claro, pues una gran mayoría no tiene estadísticas al respecto, o lo que es lo mismo, consideran que no tienen ese problema- existe muy diversa terminología: violencia machista, violencia sobre/contra la mujer, violencia de pareja, violencia en el noviazgo... Toda esta diversidad da mucha confusión a la hora de tomar verdaderas medidas tanto para ayudar a las mujeres que lo sufren, como para evitar que se siga produciendo. En España, por ejemplo, las administraciones autonómicas de Cataluña y de Galicia, no tienen las mismas consideraciones al respecto, por lo que las sentencias pueden ser totalmente distintas.
Sin entrar a discutir el cómo se debería denominar el hecho (que ni en la ONU lo tienen claro), el caso es que sí ya se considera un problema social -no de índole privado- y, sobre todo, en lo que nadie puede estar en desacuerdo, es en que es VIOLENCIA, y en que se ejerce HACIA LA MUJER. La mayoría de las veces, la ejerce un hombre y, además, un hombre de parentesco o cercano a la víctima.
Creemos que el problema existe, es muy grave, y las autoridades deberían poner todos sus esfuerzos en aglutinar, asimilar, convalidar... la denominación de los mismos, pero que siempre que se ejerza violencia sobre una mujer -sobre todo cuando es tan indiscutible como la que produce daños físicos- ésta tendría que tener de entrada el beneficio de la duda y, desde luego, todos los resortes administrativos en el sentido de ayudarla en la situación que viva frente a su agresor.
El hecho de que según quién te juzgue o en qué zona del país, puedas salir mejor o peor parada en un tema tan obvio como la violencia física de un hombre sobre una mujer, no dice mucho en el sentido de la evolución de la sociedad.
¡En qué manos estamos! Tanto las que juzgan como las que legislan.
Nos queda, eso sí, el denunciar todo caso del que tengamos noticia. Al menos servirá para que la sociedad general se sensibilice, o que reconozca que es un problema muy grave que está ahí.
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