¡Una mujer! ¡Ha
sido una mujer!...
Desde hace un
tiempo a esta parte seguimos con sorpresa, horror e incredulidad un fenómeno
social que tristemente se viene produciendo, y el cual no parece tener trazas
de acabar: las acciones terroristas de las llamadas “viudas negras”.
Hace menos de una semana volvió a saltar a la
prensa la noticia:
“Una
mujer, Naida Asiyalova, se subió a un autobús minutos después de las dos de la
tarde, hora de Volgogrado. Cuando el vehículo, lleno de vecinos de esta ciudad
rusa y de estudiantes de la cercana universidad, aceleraba por la carretera, ella
activó el explosivo que llevaba consigo. Seis personas murieron y 37 están
heridas, incluido un niño de 20 meses.”
En la prensa se las denomina “especie letal” –y
tristemente es cierto, dadas las consecuencias de sus actos- y por todos lados
se las condena. Pero cuando nos acercamos un poco al tema las preguntas surgen
inmediatamente: ¿cómo es posible que una mujer, encargada de dar vida, llegue
al extremo de quitársela a sí misma al tiempo que busca el mayor número de
personas que la “acompañen”? ¿Qué puede llevar a una mujer a emprender actos
violentos de este tipo?
La finalidad última de un atentado suicida es
la derrota –tanto física como moral- de un enemigo cuya superioridad es
imposible combatir por otros medios, pero este tipo de actos terroristas está
cambiando la percepción tradicional que se tiene de la mujer, no sólo en estas
sociedades sino a nivel mundial: ha pasado de un salto desde la condición de “reproductiva” a la de “destructiva”, con todo el impacto
mental que ello conlleva. No obstante, si observamos la situación, desde
Occidente deberíamos plantearnos y replantearnos nuestra opinión sobre estas
mujeres: ¿son verdugos o… son víctimas?
Si hacemos un perfil con todas aquellas
mujeres que se han inmolado, podríamos decir que suelen ser mujeres jóvenes que
rondan los 20-25 años de edad, con nivel educativo bajo (excepto palestinas y
chechenas, que suelen ser universitarias), de estrato social bajo y que, salvo
las “viudas negras” chechenas, la mayoría son solteras.
El fenómeno de la mujer terrorista suicida es una lacra social que ha ido creciendo
exponencialmente en zonas de Oriente
Medio y Próximo (Irak, Chechenia –donde se originó la
denominación de “viuda negra”, aunque actualmente el término se aplica a toda
mujer terrorista suicida-, Palestina,
Pakistán…).
Llama la atención que en sociedades
preferentemente musulmanas, donde la mujer (por mala interpretación de sus
libros sagrados y antiguas tradiciones, entre otras causas) está especialmente
sometida al hombre, ha ido más allá de participar en grupos terroristas y ha
dado el salto a la primera línea de batalla, pasando a ser ellas las protagonistas,
¡y de qué forma!
Desde cualquier punto de vista estas mujeres son verdugos, sí, pero la mayoría de
ellas son también víctimas de una situación
complicada, producto de una sociedad y de un conflicto bélico del que no
hubiesen querido formar parte, y víctimas –sobre todo- cuando llegan a ello por
una situación personal insostenible, o conducidas al martirio por medio de
engaños o chantajes.
Normalmente varios motivos concurren en cada
mujer para realizar estos actos, pero entre los principales podríamos nombrar a
los siguientes:
-
Político-ideológicos. Un ejemplo de la
motivación ideológica es la religión. Las mujeres que se dedican al terrorismo
por meros motivos ideológicos se convierten en insuperables combatientes,
superando en capacidad de sacrificio y sufrimiento por la causa a cualquier
hombre de su organización, convirtiéndose así en armas letales. Más… no debemos
confundir las cosas: podemos decir que los fines perseguidos por los grupos
terroristas en los que militan estas mujeres suelen ser políticos, por lo que
la religión no es necesariamente la motivación principal y fundamental; de
hecho, hay grupos terroristas laicos como Al
Fatah, y grupos religiosos como Al-Qaeda.
Pero lo que sí es cierto es que todos necesitan legitimar sus actos en base a
su religión (aunque para ello tergiversen tanto el Corán -que contempla la yihad como acto de respuesta a una
agresión, pero nunca de ataque- como las Sharias
-que condenan expresamente el suicidio). Toda esa proximidad entre
ideología y justificación religiosa ha llevado a una parte de la población
mundial a identificar “persona musulmana, con persona potencialmente
terrorista”, lo cual no deja de ser totalmente falso.
-
Odio visceral contra el enemigo.
-
Agresiones sexuales de las que han sido
víctimas y que suponen para ellas un estigma social. Una táctica de los propios
grupos terroristas es ordenar que sean violadas para así abrirles acto seguido
una vía digna de escape, que no es otra que la del suicidio.
-
Embarazos no deseados.
-
Fanatismo. En la mayoría de los casos el
fanatismo no es la causa que precipita a una mujer hacia el suicidio, sino que
una vez captadas, y por las motivaciones que procedan (pérdida de ser querido,
sed de venganza, presión social,...) estos grupos las fanatizan y radicalizan
mediante diversas técnicas de instrucción para que así sean ellas mismas
quienes opten por el martirio.
-
Restitución del honor y la honra perdidos para
ellas, y por extensión, devolución de las mismas para la familia, ya que la
deshonra de una mujer lo es también la de toda su familia.
-
Mejora de la situación familiar.
Principalmente en dos aspectos: el económico y el social, pues las familias de
los suicidas reciben “indemnizaciones” (no solo en dinero en metálico sino
también en otras formas de ayuda como vivienda o estudios). Por esta razón,
miembros varones también pueden presionar a las mujeres de la familia
(generalmente viudas) para que se inmolen.
-
Venganza. Tristemente, sin lugar a dudas este
es uno de los motivos que más se repiten, y generalmente viene causado por la
pérdida de un ser querido (esposo, hermano, hijo...) a manos del enemigo.
-
Presión social. Las mujeres en estas sociedades
son muy vulnerables a la presión social, sobre todo las de áreas rurales y bajo
nivel educativo.
-
Desesperación y frustración de la mujer tras
perder a su esposo pues su papel está directamente ligado al destino de su
marido.
-
Nacionalismo. Esta motivación reviste una
especialísima importancia, pues en realidad es la base y esencia de toda la
cuestión. Para un nacionalista extremista convencido, el odio a todo lo
extranjero, y máxime cuando considera que está ocupando su país – la tierra ancestral
-, es tremendamente feroz. El 95% de ataques suicidas de mujeres se han
cometido en el marco de ocupaciones extranjeras, lo que es bastante
significativo.
-
Emulación de otras suicidas.
-
Manipulación por hombres. Muchas de estas
mujeres se dejan conducir al suicidio por varones de su familia por diversos
motivos, y otras tantas van dirigidas en un proceso hasta culminar en el
suicidio de la mano de un hombre. Hasta tal punto es así, que en algunos casos
son los hombres los que manejan por control remoto los cinturones-bomba de las
mujeres suicidas.
-
Traumas psicológicos.
Los grupos terroristas también tienen sus
motivos para actuar con estas mujeres:
·
Publicidad. El impacto que la noticia tiene en
los medios de comunicación Internacionales, tanto de Oriente como de Occidente,
es mucho mayor si la acción la lleva a cabo una mujer que si la lleva a cabo un
hombre.
·
Ventajas tácticas. La principal son sus
ropajes tradicionales, holgados y tupidos y que cubren la totalidad del cuerpo,
de la cabeza a los pies, con lo que ocultar una bomba adosada a su cuerpo
resulta muchísimo más fácil que para un hombre.
·
Evaden todos los perfiles. Los estudios que
hay sobre posibles perfiles de terroristas se han centrado en los varones
únicamente.
·
Escasez de miembros masculinos. En zonas
castigadas desde hace mucho por la guerra.
·
Controles menos exigentes de las fuerzas de
seguridad, tanto autóctonas como de ocupación extranjera, porque levantan menos
sospechas.
·
Escasa necesidad de formación. El hecho de que
su único cometido sea el hacerse volar con una bomba, hace que la única
formación que requieran sea el manejo de ésta, además de una rudimentaria
preparación psicológica a base de radicalización religiosa y ayuno –fundamentalmente-
lo que no suele superar el plazo de tres días generalmente.
·
Efecto sorpresa.
·
Generar vergüenza en los hombres. En sus
acciones hay un mensaje para los hombres de que son unos cobardes al permitir
que sus mujeres se suiciden, demostrando éstas mucho más valor, coraje y
compromiso con la causa que ellos.
·
Mayor capacidad de sacrificio. Resulta mucho
más letal que un hombre, con una capacidad de sacrificio insuperable, en muchos
casos alimentada por los motivos personales que se nombraron más arriba que la
conducen a convertirse en terrorista.
Vistas ya las motivaciones de unos y de otras,
ahora tendríamos que reflexionar un poco sobre estos hechos.
Como observadores deberíamos ser moralmente
responsables y aceptar que son realmente verdugos, asesinas, que en su
desesperación podrían haber elegido el mismo demencial camino del suicidio pero
sin crear víctimas. Pero también, tenemos nuestra parte de culpa al permitir –de
un modo u otro- que se haya llegado a
esta situación (invasiones, colonizaciones, explotaciones…).
Las noticias que de estos atentados aparecen
en prensa y medios audiovisuales hacen que muchas veces se difuminen las
barreras entre verdugo y víctima, pues se le suele prestar mucha atención a la
mujer suicida, lo cual redunda en beneficio de las organizaciones terroristas.
Así, la sensación que tenemos después de ver noticias de este tipo es que
resulta ser más víctima la propia suicida que los inocentes a los que ha
asesinado a “sangre fría”, pero no se hace normalmente ninguna alusión a los
motivos que hay detrás de todo ello.
Por tanto, existe una doble explotación de estas mujeres:
-
la de los hombres de su comunidad
(mientras están vivas)
-
y la de los medios de comunicación
(después de muertas).
Por tanto, y ya a modo de conclusión,
podríamos decir que estas mujeres no son
más que carne de cañón, y en lo que a los hombres respecta no es más que
una muestra de la plena vigencia en estas
sociedades del patriarcado y del poder que los hombres ejercen con respecto a
las mujeres, independientemente de que muchas de ellas lo vean como un paso
adelante en su liberación o en su equiparación al varón, pero eso ya serían
percepciones personales. De hecho, seguramente, una vez que los motivos que han
llevado a los grupos terroristas a emplear mujeres suicidas desaparezcan,
prescindirán de las mujeres que pertenezcan a dichos grupos relegándolas de
nuevo a sus papeles tradicionales (seguramente ninguna llegarán a puestos de
poder o representación dentro de la organización).
Con este artículo no queremos defender los
actos terroristas de estas mujeres, por supuesto, pero hemos investigado y
seguido el fenómeno desde hace un tiempo y queríamos compartir un esbozo de lo
que hemos averiguado, para así ofrecer la posibilidad de tener un poco más de
información de cara a formarse un criterio sobre el tema.
La mujer es engendradora y dadora de vida, si
la situación social actual la lleva a convertirse en aniquiladora de dicha vida,
la cual siempre ha protegido, algo va muy mal en nuestra especie.
¡Algo va muy mal!
Publicado por Inspiración Femenina Tian.
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