miércoles, 11 de marzo de 2015

LA HISTORIA DETRÁS DE UNA IMAGEN

Por Clara Restrepo

LA HISTORIA DETRÁS DE UNA IMAGEN
Preparando una nota cultural para Comunicaciones Tian, nos hemos encontrado una foto… Una mujer, joven, hermosa, que sonríe, tiene un fusil y lleva vestimentas de invierno, en el fondo, otros hombres con fusiles y las montañas de los Alpes italianos…

Y bien dicen “una imagen vale más que mil palabras”, porque esta foto, me trae a la memoria, otras fotos, de mujeres, que todos hemos visto y nos han conmovido, pero que desconocemos sus historias, sus vidas, sus amores, sus ilusiones, sus ideales.
Mujeres todas ellas:
La joven afgana de los ojos verdes… ¿Sabemos cómo se llama?, ¿quién era? ¿La ¿casaron?... ¿a qué edad?... ¿tuvo acceso a los estudios?...
La niña que corre quemada por el napalm en la guerra de Vietnam…
¿Qué fue de ella?
¿Sanaron sus heridas?
Le quedaron cicatrices en su pequeño cuerpecito más allá de las que una guerra deja en el alma?
Y si… así podríamos seguir enumerando fotos de mujeres anónimas que se han convertido en símbolos de nuestra humanidad, desconociendo sus historias. Mujeres, madres, hijas, esposas, hermanas, o simplemente niñas que caminaban por sus poblados o huían de la guerra cuando son encontradas por un lente de cualquier fotógrafo oportunista…

La niña de los ojos verdes, se llama Sharbat Gula, afgana de la etnia Pashtún quien debido a la guerra de Afganistán se vio obligada a huir rumbo a Pakistán hacia un campo de refugiados en donde fue fotografiada por Steve McCurry de National Geographic. Sharbat Gula fue fotografiada cuando tenía 12 años en junio de 1984, durante la guerra de Afganistán del 1978 al 1992, su foto fue publicada en la portada de National Geographic en junio de 1985, y se convirtió en una de las más famosas de la revista. Sharbat se casó a los trece años, poco después de la famosa fotografía, tuvo cuatro hijas de las cuales una falleció, volvió a Afganistán en 1992 y vive en una remota aldea de Afganistán.
Después de 17 años, en el 2002–un poco tarde nos parece- el fotógrafo viaja de nuevo a Afganistán en busca de la “joven perdida”, su historia fue contada en un documental para la televisión, y la sociedad que publica la revista creó en su honor una organización caritativa llamada Afghan Girls Fund, que ayudaba al desarrollo y creación de oportunidades educativas para las niñas y mujeres afganas. En 2008 este proyecto creció para ayudar también a niños y pasó a llamarse Afghan Children´s Fund.
Y como suele decirse: “agua pasada no mueve molino”, la hipocresía de nuestra sociedad a veces pasa por límites que no alcanzamos a imaginar. Esperar 17 años… en la vida de un ser, en la vida de una mujer, en un país no muy amigo del sexo femenino, para crear una fundación de ayuda a las niñas… si en lugar de eso se le hubiera dado una ayuda en el momento preciso, quizás esta mujer no habría tenido que pasar por el martirio de verse casada a los 13 años, de ver morir una hija – desconocemos las circunstancias- y de tener que ser refugiada de la guerra por muchos otros más.

Phan Thị Kim Phúc, es la niña del napalm, fotografía tomada por Nick Ut que le dio la vuelta al mundo y fue galardonada con el premio Pulitzer. El 8 de junio de 1972, durante la guerra de Vietnam, un avión estadounidense lanzó una bomba de napalm en la zona de la población de Trang Bang. Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. La niña de apenas nueve años, fue gravemente quemada, y corrió fuera de la población quitándose los restos de su ropa en llamas. En ese momento, el fotógrafo Nick Ut tomó la fotografía y enseguida, llevó a la niña al hospital y ella permaneció allí durante 14 meses, y sería sometida posteriormente a 17 operaciones de injertos de piel. Cuando regresó a casa, Kim esperaba ser "una niña normal" y estudiar la carrera de medicina, pero el gobierno vietnamita la obligó a dejar la escuela por considerarla "un símbolo nacional de la guerra".
En 1986, Phuc obtuvo la licencia para viajar a estudiar a la Universidad de la Habana donde comenzó sus estudios en las lenguas del inglés y el español. Allí conoció a un compañero vietnamita, Bui Huy Toan, con quien más tarde se casó y tuvo  dos hijos. Al planear su luna de miel a Moscú, en 1992, cuando el avión hizo escala en Ontario, Canadá, la pareja decidió quedarse allí inesperadamente, tan sólo "confiando en Dios" y solicitó asilo político el cuál le fue concedido.
Después de haber evitado hablar públicamente sobre el incidente en Vietnam, en 1996 fue invitada a participar en una ceremonia del Día de los Veteranos en Estados Unidos, y ella asistió expresando su perdón a los soldados que habían participado en la guerra. En 1997, Phuc fundó la Fundación Kim Phuc, que tiene como misión ayudar a los niños víctimas de la guerra; y ese mismo año fue nombrada embajadora de la Buena Voluntad de la UNESCO. Kim aun tiene contacto frecuente con el fotógrafo Nick Ut, con quien comparte una amistad.

En cuanto a la bella partisana, su nombre es Prosperina Vallet, italiana de valle D’ Aosta, la foto fue tomada en los Alpes italianos cuando intentaban llegar a Francia cuando ella tenía 33 años y junto con su esposo se unieron a la Resistencia. La foto se ha convertido en un símbolo del valor de las mujeres partisanas y las copias eran lanzadas desde los aviones aliados para dar fuerza y valor a los soldados. Ella estuvo sin ser reconocida por mas de 67 años hasta que en el 2011 dos mujeres una investigadora y una periodista deciden buscar la identidad de la bella partisana. Es así como logran ponerse en contacto con sus hijas que aún viven quienes reconocen en la mujer de la foto a su madre. Es a través de ellas que se puede reconstruir su historia, Prosperina vivió hasta los 87 años, era cocinera, y después de la guerra regresa a Italia, a su pueblo y junto con su marido trabajaron en un pequeño restaurante, sus hijas la recuerdan como una mujer determinada y valiente.
Es así como hemos descubierto algunas vidas desconocidas detrás de los rostros de tres mujeres. Solo nos queda pensar en las miles de fotos que vemos diariamente de las luchas armadas a lo largo del planeta, las guerrilleras colombianas, las mujeres kurdas que luchan contra el estado Islámico, las madres palestinas que lloran sobre los ataúdes de sus hijos y nos preguntamos: Tendremos que esperar 100 años para reconocer sus identidades y crear una fundación humanitaria? O podemos hacer algo aquí y ahora par mejorar las condiciones de vida de las mujeres que sufren los conflictos de la guerra.

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